Vida pirata

La vida pirata

Allí donde hay guirnaldas de luces y banderas piratas es bueno quedarse. Se lo demostré hace unos años a una buena amiga en Verona mientras buscábamos un sitio para tomar un mojito. Donde haya guirnaldas de luces, allí es. Y nos ocurrió la misma serendipia una noche en Lisboa cuando nos dejamos guiar por un grupo de  extranjeras (como nosotras) y acabamos en el mejor garito de Lisboa bailando bossa. Había guirnaldas de luces en la entrada y una escalera de caracol.

 

Algo parecido ocurre con las banderas pirata. De vacaciones en Tossa acabamos, como siempre callejeando y sin destino, en una diminuta terraza con vistas a una cala y bandera pirata. Sonaba «Stairway to Heaven» y cada sorbo de mojito sabía a «este momento lo recordaré toda la vida«. Regresamos al tiempo, como se regresa a los lugares que uno ama, y allí seguía la bandera pirata. Al camarero, por supuesto, le pedimos que pusiera aquel tema de Led Zeppelin.

 

Desde entonces intento visitar aquellos lugares que enarbolan una bandera pirata. Y nuestros veranos comienzan cuando colocamos la bandera pirata allí donde estamos. Nos recuerda que comenzamos a fabricar recuerdos que perduran después todo el invierno. Que la vida es sencilla al lado del mar, en chancletas y con poca ropa. Que es momento de parar, de quitarse de encima todo lo que resta, lo superfluo y accesorio y volver al otoño con el foco y las energías puestas en lo que sí, en lo que merece la pena, en aquello que nos lleva al lugar soñado.

 

Al final de nuestros días, os lo aseguro, recordaremos los lugares con guirnaldas de luces y banderas pirata. Así que hoy, aquí y ahora… amemos y honremos esta vida pirata.

chicas

¿Bailamos?

A 2018 le pedí calma, valentía, coraje y salud. Y así lo acabo. Con la sensación del agua de mi pequeño paraíso murciano en los tobillos y las ganas siempre de volver más pronto que tarde. Con una Girona espléndida que nunca deja de abrigarme. Con Venecia dando calor a un otoño bandido y Verona dando sabor a noches de miel. Con Madrid recordándome que aún sigo viva si cierro los ojos y logro emocionarme de nuevo con la voz de Eddie Vedder y el sonido eterno de Pearl Jam.Ya no hay año que no tenga curvas y nos vamos acostumbrando a girar el cuerpo para tomarlas bien y no caer del todo. Y llegamos a meta, vaya si llegamos. Pero disfrutando del camino y de quien nos acompaña. De la música de De Pedro, de la energía renovada de mi mexicana preferida y de los Gaylads en esta canción que sabe a trenes de llegada y de salida.

 

Vamos a por un 2019 de chicas valientes. London is coming y queda mucho por bailar. Tanto que siento que este viaje acaba de empezar…

venice

Je ne sais pas…

Suena Manu Chao en el coche… «qué voy a hacer, je ne sais pas». Pero en el fondo claro que lo sabemos. Éste es el otoño de las chicas valientes y Venecia se inunda. Pero qué será de nosotros si nos damos por vencidos. La Piazza San Marco me recibe con pleitesía y suena la música de una pequeña banda con violín y piano, anochece pero es como si saliera el sol y nos perdemos entre las minúsculas callejuelas entre canales. Si viajas, déjate sorprender.Y nos sorprende una tasca nada cool llena de buen vino italiano y mejor gente «Vini al bottegon». No hay como alejarse de los sitios frecuentados por turistas y aunque parezca mentira, hasta en Venecia se puede.

 

La ciudad de Romeo y Giulietta es pura ebullición. Sus plazas rebosan ambiente y la vida se ve bonita pasar desde el Café Victorio Emmanuelle de la Piazza Bra de Verona. Si además tienes la suerte de cenar al aire libre pasta fresca y tomar un mojito en Duchi Café, el garito de moda, te sentirás más afortunada que la propia Julieta. No era difícil.

Verona

En cada ciudad, hay que dejar un plan para la próxima visita… y será ver una obra de teatro en el grandioso anfiteatro Arena. Cambiaremos las hojas pero las raíces siempre serán las mismas. Leo esta frase mientras escucho el nuevo disco de Depedro, lleno de melodías y colaboraciones gloriosas.

Como decía Albert Camus… «Voy a decirte algo; los pensamientos nunca son honestos. Las emociones sí». Emocionémonos pues…