Aún quedan lugares en el Mediterráneo para soñar, aún quedan sitios donde el turismo no es masivo, los restaurantes dan mesa y los chiringuitos de playa no sólo acogen a turismo extranjero. Aún quedan aguas cristalinas y ricas para el mundo submarino. Aún quedan playas vírgenes y carreteras sin asfaltar para llegar a ellas.
A 70 km de la capital murciana y a 40 de Cartagena, anclado en la Bahía de Mazarrón se encuentra el pueblo pesquero de Bolnuevo. Una no sabe si dar propaganda a este paraíso o guardarse el secreto para siempre y no hacer demasiado alarde de sus encantos para poder seguir disfrutando de ellos.
Comer una paella en El Rincón de Elías, tomar un vermouth en el chiringuito de la playa o acercarse a Puntas de Calnegre a comer el mejor caldero a orillas del mar en Mercé Pun. Acercarse al Puerto de Mazarron e ir a El Faro a bañarse en su piscina o a tomar un mojito de los de verdad, con su aroma a hierbabuena y su dedicación al prepararlo.
Asomarse a La Azohía con sus playas cristalinas y dejar que pase la vida desde Puntabela… Una serie de calas, algunas de ellas nudistas, paraíso para submarinistas y donde una se quedaría a vivir. (¿Veis a las rubias disfrutar de lo lindo en el agua? 😉
Y, sin duda, el Camping Playa de Mazarrón, enclave mágico para entender la evolución de Bolnuevo donde la vida pasa despacio y todo parece fluir a la perfección. Allí pasé los mejores veranos de mi infancia y allí quieren volver las rubias cada verano… entre primos y arena…
El verano continúa aunque el cielo aquí no sea azul… Sigamos soñando que como decía Saramago «La vida se ríe de las previsiones, pone palabras donde imaginamos silencios y súbitos regresos cuando pensamos que nunca volveríamos a encontrarnos«…