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Sweet Home Bordeaux

Una es feliz un lunes de marzo escribiendo al sol desde la terraza de Cinèma Utopia. Cuando la vida gira 180 grados en apenas unos segundos nos vamos acostumbrando a saborear los instantes de felicidad como si fueran eternos. 

Hace apenas unas largas horas fallecía un artesano de la vida de 85 años, con el corazón fuerte y la ilusión intactas. Le conocí a través de los ojos de su hija pequeña, mi amiga Lidia. Y decidió irse (si es que algo así se decide) un martes de marzo, con las mimosas en flor y la primavera adelantada.

La vida bohemia y tranquila de Bordeaux. Plazas y terrazas, libros y poemas, juventud a mares y el Garonne con toda su inmensidad. Bebemos cerveza mientras alguien canta «Sweet Home Alabama» y sé que algún día podría quedarme a vivir aquí.

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Al temido invierno le hemos robado días de lluvia, paseos por Convent Garden entre sueños de cambio y hasta una impensable y deliciosa visita al viejo Bordeaux. ¿Quién dijo que nos costaba salir de la zona de confort?

«Me rebelo, luego somos» Albert Camus

 

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Un vermouth en Cinéma Utopía y una canción de Johnny Cash

Me quedo con el vermouth de «Utopía«, en una terraza para dos, con vistas a la plaza a la que siempre volver. Me quedo con el jaleo de los niños que llegan a casa de los abuelos a abrir los regalos. Con el café tranquilo de los mayores. Con tus manos fuertes y mi risa.

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Me quedo con Bordeaux en diciembre, en agosto, en abril. Con los lugares a los que regresaré. Me quedo con esos juegos de fondo mientras intento escribir. Con las mil y una interrupciones. Con los suaves despertares y los anocheceres complicados. Me quedo con el acordeón sonando en Navidad y los bailes sin prisas. Con el tranvía cambiando de estación.

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Me quedo con una copa de vino del Chateâu de Saint Émilion. Y con dos. Con un paseo a orillas del Garona. Con acostarme con una arruga menos y despertar con un año más. Con Bayona y su noria prenavideña.

Me quedo con June que nace mañana y que hoy palpita en el vientre de su madre. Bienvenida a este mundo (del que a veces, sólo a veces… dan ganas de bajar). Escucha mucho a Johnny Cash…

 

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Siempre nos quedará Bordeaux…

Un año no es ni como empieza ni como acaba. El secreto está en inclinar la balanza hacia los buenos momentos y sólo recordar los sinsabores para aprender de ellos. Un año son días y noches, viajes y momentos. Y hay instantes que marcan un año para siempre. El 2016 es y será el año de la primera Comunión de la rubia mayor, el año de la magia de Disney y de nuestro primer viaje a París juntas, el primer diente caído y la espera al Ratoncito Pérez entre sábanas.

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abrazoEl 2016 es el año del «How now is long«, de un Berlín canalla que te enreda. De sus parques inmensos y sus cervezas. El 2016 es de nuevo el año de mi lugar favorito en el mundo, mi pequeño Bolnuevo. Y de la Ibiza de las calas, los mojitos y los mercados hippyes.

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bolnuevoibizaDe los paseos bajo los olivos del pueblo bonito, de Matadero Madrid, del Guggenheim y la terraza de Tabakalera y los atardeceres en Donostia durante el Festival de Jazz. Un año de muchos proyectos bonitos y poco tiempo para llevarlos a cabo. Eso sí, las ideas siguen fluyendo y algún día tomarán forma…

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El año del sueño de una noche de verano en Arzak. El año en el que mi rubia pequeña aprendió a escribir y a leer (por este orden) y en el que descubrí que la rubia mayor se ha hecho demasiado mayor…

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Nos quedan sueños aún por cumplir este año y no esperaremos al que viene.

Bordeaux nos espera…